IGUALES
TANTO EN EL DEPORTE COMO EN LA VIDA
QUERER ES PODER
Hay un ejemplo de perseverancia, fortaleza y resistencia que lleva nombre y apellidos, Cristina González García.
Cristina es una joven sordociega, corredora y representante de la Sección de Juventud FASOCIDE. Pero hoy vamos a hablar de Cristina, la atleta.
Su carácter fuerte y tenaz se forjó desde muy temprano cuando, con tan solo un año y medio, un virus le provocó una encefalitis que derivó en neuropatia auditiva y problemas con el nervio óptico. Cristina, de repente, era una niña sordociega. Pero eso nunca le limitó. Se crió en un mundo de videntes y oyentes desde preescolar hasta, incluso, su paso por la universidad, donde estudió Historia e Historia del Arte. Pero había otro camino que le tentaba más y terminó obteniendo el Grado Superior en Dietética y Nutrición.
Dada su educación, se desenvuelve muy bien en cualquier contexto, entiende muy bien el habla y lee los labios. Aunque se siente mucho más cómoda comunicándose en lengua de signos. Y si la cosa se pone difícil, echa mano de su aplicación de transcripción simultánea y no hay detalle que se le escape.
Su afición por el deporte le viene de casa. Toda su familia, tanto por parte de madre como de padre, es muy deportista. Pero la persona que supuso un antes y un después en su vida fue su abuelo, Francisco González Aparicio, “Paquillo”.
«Paquillo» era un conocido corredor sevillano y uno de los fundadores de la Unión Deportiva Bellavista. Pero el título que llevaba con más orgullo era el de ser abuelo de Cristina. Gracias a “Paquillo”, Cristina, que por ese entonces soñaba con ser futbolista, empezó a cogerle el gusto al atletismo. Se apuntó al club de atletismo San Pablo y, haciendo honor a su lema “querer es poder”, entrenó con la certeza de que llegaría a ser una gran corredora. Y así ha sido. Una promesa cumplida que pudo celebrar el año pasado corriendo en la IX Carrera Popular Nocturna de Bellavista Memorial Francisco González Aparicio “Paquillo”, en la que quedó en el puesto 16.
Cristina ha tenido entrenadores personales, pero actualmente entrena sola. Para las carreras cuenta con el apoyo de un guía de atletismo, que corre a su lado para evitar los obstáculos que puedan surgir por mala señalización o estado de la calzada.
En este sentido, Cristina afirma que las instituciones deportivas deben tomar partido para eliminar las barreras con las que se encuentran las personas con discapacidad en los entornos deportivos.
“Se deberían ampliar las salidas y señalar bien las calles cortadas. Si la organización sabe que hay una corredora sordociega, debería disponer de alguien que sepa lengua de signos y cómo tratar a una persona sordociega durante la carrera. También deberían permitir que las personas voluntarias que quieran participar como guías puedan hacerlo. Con estas cosas, entre otras, estarían haciendo un trabajo de sensibilización e inclusión estupendo”, nos cuenta Cristina.
A la pregunta de cómo se ve a sí misma en cinco años, Cristina responde con un aplomo envidiable. Seguir enganchada al deporte; creciendo cada día más, como atleta y como persona; soñando, quizás, con unos futuros Juegos Olímpicos; animando a otras personas sordociegas a que persigan sus sueños, a que no se escondan; y ofreciendo su mano, apoyo y cariño a las personas sordociegas que buscan su lugar.
“Apelo a que luchen y que se quieran bonito”, nos dice con una sonrisa.
Esta es Cristina.
